Agobiado tras horas de trabajo delante de una pantalla de ordenador, una visita agradable propicia un alto en el trabajo. Mi padre con mi perro me sacan por unos minutos y me llevan a comer un pintxo por el barrio. Una conversacion, una cerveza, un pintxo, una foto juntos en el reflejo del cañero y vuelta al trabajo. Es un jueves, 4 de febrero. Y ya tengo la foto del dia. No es una superfoto, pero es de un momento feliz para mi. Un momento para recordar.